¿MERECEN "LOS SITIOS" SER CELEBRADOS?


Hoy, organizada por el Ayuntamiento de Zaragoza y con la colaboración de las Cortes de Aragón, según aparece en la cartelería anunciadora, se ha realizado la IV Recreación de los “Sitios de Zaragoza”, enalteciendo el triunfo de la superstición, la superchería y la ignorancia que encarnó el Fernando VII Borbón frente a la Razón y la Ilustración dieciochesca (una de las épocas más brillantes de Aragón) y el inicio de la decadencia y el atraso de Aragón.

Veo en TV un señor vestido de cura trabucaire con un sable en la mano dando vivas a España. En las celebraciones de los Sitios aparece casi siempre la Iglesia reaccionaria. Es cierto que la principal resistencia contra la Ilustración se hizo desde conventos y monasterios, no olvidemos que los principales asesores de Palafox eran el escolapio Boggiero, el cura Sas y fray José de la Consolación; pero tampoco olvidemos la figura del Obispo auxiliar de Zaragoza del momento, el ilustrado Padre Santander, que tuvo que exiliarse.

El nacionalismo español tiene una auténtica obsesión con la celebración de los "sitios de Zaragoza" y presentarlos como un símbolo de lo español y un enfrentamiento frente a Francia. Se obvia que en la Novísima Recopilación de época de Carlos IV aparecía Aragón, no como provincia, sino como Reino, lo que le daba una sustantividad propia de gran relieve dentro del Estado. Esa organización jurídica y administrativa fue respetada por José I Bonaparte: el cargo de Intendente se denominaba "Intendente General del Reino de Aragón".

Pero hay más, en los sucesos de 1808 y posteriores, para legitimar los actos de guerra se vuelven a convocar las Cortes de Aragón, en su momento se destruyen símbolos y bienes que eran elementos de identificación del Antiguo Reino de Aragón, quienes luchan se definen como defensores de Aragón en ambos bandos. La organización administrativa y militar siempre tuvo como referencia Aragón, por eso Palafox actúa como General de Aragón, por eso Suchet (en el otro bando) fue nombrado Gobernador General de Aragón, por eso un Decreto Imperial napoleónico de 8 de febrero de 1810 creó el Gobierno Particular de Aragón por entender que el Antiguo Reino tenía suficiente entidad, otorgando a Aragón capacidad legislativa (algo que no volvería a tener hasta 1982) y Hacienda propia recaudando todos los bienes y ejecutando su propio presupuesto, y regulando que si había excedente, la Hacienda Aragonesa se ajustaba directamente con la Hacienda de París.

Por lo tanto, no era una guerra de dos países, era una guerra civil con intervención internacional que confrontaba dos modelos de sociedad. El del Antiguo Régimen y el surgido en las revoluciones burguesas de finales del XVIII, hijas de la Ilustración, iluminadas por la Razón, que hablaban de Derechos Humanos bajo el lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

 José I Bonaparte no fue ningún intruso y su gobierno fue legítimo. Recordemos que el 11 de octubre de 1807 el Príncipe de Asturias, Fernando de Borbón, hijo de Carlos IV escribió una carta de adhesión a Napoleón, presentándole su admiración y respeto, que el 27 del mismo mes y año se firmó en Fontainebleu un Pacto entre la Corona española y el Imperio de Napoleón, que Carlos IV renunció a la Corona de España en favor de Napoleón el 6 de mayo de 1808, que fue el Consejo de Castilla (supremo órgano de la Corona y del Estado en esa época) quien pidió a Napoleón que designase Rey de España a su hermano José (entonces Rey de Nápoles), bajo cuyo reinado se aprobó la primera Constitución Española el 15 de junio de 1808 (que la historiografía posterior incomprensiblemente obvia, convirtiendo en primera la segunda, la aprobada en las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de 1812).

No se pueden entender los graves sucesos de esas jornadas sin comprender la Ilustración, la revolución urbano-industrial del siglo anterior, el ascenso de la burguesía frente a la rancia aristocracia, los movimientos emancipadores americanos (la independencia de las "trece colonias" y los posteriores movimientos del resto de América en el siglo XIX) y los movimientos revolucionarios (que arrancan con la Revolución Francesa) que desembocarán en los movimientos nacionalistas en Europa (que llevarían incluso a la creación de Estados como Alemania e Italia).

No existió dominación extranjera alguna, sino una lucha entre dinastías (por cierto, las dos francesas), igual que la había habido, por ejemplo, un siglo antes entre los Anjou y los Habsburgo que finalizó con la entronización de Felipe V, el primer Borbón, al que debemos los aragoneses los Decretos de Nueva Planta y la disolución, por derecho de conquista, de la Corona de Aragón, nuestros Fueros y Libertades.

La mal llamada "Guerra de la Independencia" y su resolución supone el fracaso de la idea de España como Nación en el momento en que surgen las Naciones en Europa. Surgen las "dos Españas" y el fracaso de la idea de España que aún hoy -guste o no- está vigente. El siglo XIX y dos terceras partes del XX se resumen en la dialéctica entre absolutistas y "afrancesados", carlistas y liberales, monárquicos y republicanos, fascistas y republicanos. Y casi siempre la España negra la constituyen los mismos grupos sociales: clases bajas sin preparación y fácilmente manipulables desde el poder, la aristocracia, la Monarquía y parte de la Iglesia Católica.

Al margen de lo anterior, lo que resulta un tanto insultante a la memoria de tantos luchadores por la libertad es identificar a los partidarios de Fernando VII con poco menos que "libertadores"; eso supone olvidar que su nefasto reinado supuso la abolición del constitucionalismo, el reforzamiento de la Inquisición, del Antiguo Régimen, del absolutismo, de la persecución sistemática de los liberales, de los primeros exilios masivos de la época contemporánea, de la vuelta a los señoríos -que había abolido José I Bonaparte, rey liberal e ilustrado-, en definitiva, la vuelta a los años oscuros y a la España negra y reaccionaria. Goya no murió en Burdeos porque estaba haciendo turismo. Murió exiliado. El reinado de Fernando VII supuso el asesinato, la tortura, la persecución, la marginación o el exilio de la práctica totalidad de los ilustrados, intelectuales y ciudadanos "progresistas" de la época en el Estado Español, con las graves consecuencias que de ello se derivan.

Conociendo la Historia de España mínimamente, vemos que la figura de José I Bonaparte, cuyo reinado fue mucho más largo que -por ejemplo- el de Amadeo I de Saboya ha sido silenciado cuando no cubierto de falsedades y adjetivos insultantes a un reinado legítimo de hecho y de derecho. Quienes hablan de reinado "intruso" o "invasor" que piensen en inicios de reinados anteriores (el inicio de la dinastía Borbón, sin ir más lejos) o que analicen en profundidad todos los reinados y gobiernos posteriores, muchos de los cuales tienen muchos más merecimientos para llamarse "intrusos" que el de José I Bonaparte.

Comentarios

Publicar un comentario